Reflexiona pausada, con firmeza, y con una argumentación cargada de ganas de superarse, de competir siempre, de abrirse puertas y dejarlas de par en par para otros deportistas de disciplinas minoritarias y más aún féminas, para quienes el reconocimiento es escaso. Traslada sus pensamientos con una mirada amable, que irradia felicidad; es la que le crea su hijo Joan Batiste. Él, como dice, es «mi motor, mi motivación principal» para un día a día en el que se erige ejemplar en el atletismo paralímpico desde su silla de ruedas. |